Análisis crítico de la metodología Pro-Poor Tourism (PPT)

 En Cooperación, Formación, Turismo Comunitario

La cooperación a través del turismo tiene diferentes líneas ideológicas que sustentan un tipo u otro de intervención. En este caso, la metodología Pro-Poor Tourism nacida de la cooperación británica (DFID) de la mano de Harold Goodwin  y Caroline Ashley.

Este enfoque ha sido ampliamente adoptado explícita o implícitamente por numerosas instituciones internacionales. Pueden leerse casos de estudio en la web oficial del PPT en inglés. Frente al PPT está el Turismo Comunitario, que busca la gestión comunitaria del turismo con capital local.

El PPT también ha generado controversia. Uno de los mayores críticos es Jordi Gascón, de Acción por un Turismo Responsable, ONG con base en Barcelona. Aquí comparto un artículo suyo aparecido recientemente en el diario mexicano La Jornada.

La pobre visión de la pobreza en la metodología Pro-Poor Tourism (PPT) Por Jordi Gascón

Actualmente la metodología Pro-Poor Tourism (PPT) es la estrategia de cooperación en turismo de mayor renombre internacional: organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD) y organismos oficiales de cooperación de todo el mundo la han asumido, así como la Organización Mundial del Turismo (OMT) y la plataforma de empresas transnacionales World Travel & Tourism Council (WTTC). Este éxito en ámbitos tan conservadores como la OMT y la WTTC es resultado de su carácter acrítico. PPT no enfrenta al modelo económico dominante ni las causas de la pobreza estructural. Por el contrario, incluso plantea la posibilidad de convertir en agentes de cooperación a quienes más se benefician de ese modelo económico, como el capital trasnacional.

El objetivo de PPT, como queda explícito en sus documentos fundacionales, es el incremento de los ingresos de los sectores sociales más desfavorecidos, por medio del turismo, aunque estas ganancias sean marginales y sean otros quienes acaparen la mayor parte de los beneficios de la actividad. PPT considera que, aunque los beneficios del turismo que llegan a los sectores sociales pobres sean, a nivel “macro”, poco sustanciales, son significativos para sus deprimidas economías.

Este objetivo sólo se puede sustentar en una concepción pobre de la pobreza –valga la redundancia–. Una concepción que considera la pobreza en términos absolutos, por la cantidad de dinero que tiene un individuo.

Sin embargo, ya hace décadas que investigadores y especialistas definen la pobreza de forma relativa: la pobreza y la marginalidad no dependen tanto de la cantidad de ingresos obtenidos como de la situación del individuo en la estructura social. Así pues, el aumento de las diferencias socioeconómicas –como las que genera una distribución no equitativa de los beneficios turísticos– implica siempre empobrecimiento real, aunque en el proceso los más pobres consigan aumentar sus ingresos. Y es que quien obtiene más beneficios aumentará su poder económico (mayor acceso a los recursos) y político (mayor papel en los procesos de toma de decisiones).

El caso de la inflación generada por el turismo ejemplifica lo dicho. La llegada multitudinaria de visitantes a un destino presiona sobre los precios de los servicios y productos locales. Y esto sucede tanto en Cancún, una de las zonas de México donde la canasta básica es más cara, como en Barcelona, donde un estudio descubrió hace unos años que el turismo era la principal causa externa de la disparada inflación catalana. Y no olvidemos que la inflación significa, en términos reales, empobrecimiento para aquella población cuyos ingresos no aumentan al mismo ritmo que el Índice de Precios al Consumidor. Y esto pasa con frecuencia. En zonas de Mallorca, por ejemplo, muchos jóvenes se ven abocados a la emigración, no por la ausencia de fuentes de trabajo o por su talante aventurero, sino porque el precio del suelo es tan elevado, resultado del boom del turismo de segunda residencia, que no pueden asumir el costo de una vivienda.

Su visión de la pobreza deja ciego a PPT frente a esta realidad. Y esta ceguera le lleva a buscar la complicidad del gran capital hotelero, principal causante y beneficiario de los modelos turísticos de enclave que provocan procesos como el descrito.

En realidad PPT surge como una propuesta propia de la ortodoxia neoliberal, según la cual el desarrollo económico es fundamental para la lucha contra la pobreza. Y la participación del capital trasnacional, clave. Cuanto mayor sea el número de hoteles, casas de segunda residencia o espacio dedicado al turismo, mayores “beneficios marginales” llegarán a la población local. Factores generados por el desarrollo turístico como el incremento de la diferencia socioeconómica, los procesos migratorios, las condiciones laborales injustas, la destrucción de ecosistemas o la distribución no equitativa de beneficios, son considerados por PPT fenómenos secundarios ante la supuesta posibilidad que ofrece el turismo de generar unos ingresos magros por medio de sueldos bajos, propinas o venta de artesanías. Beneficios que, como hemos visto, muchas veces desaparecen por el efecto inflacionario que provoca el sector, pero también por otros factores como la sustitución que el turismo hace de sectores económicos preexistentes como el agrario.

Para PPT, en fin, cualquier modelo turístico es aceptable, siempre que genere beneficios marginales para la población pobre. El problema es que muchos de esos modelos son, por su naturaleza, insostenibles, propician la concentración de la riqueza y enajenan los recursos necesarios para el desarrollo de sectores económicos esenciales. Y PPT carece de los instrumentos adecuados para hacer una lectura de esta realidad.

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